"Las esferas invisibles", Diego Muzzio



Antes que nada tengo que decir que difiero de la catalogación de este material como conjunto de nouvelles. Se trata, más bien, de tres cuentos extensos. Señalo esto porque me parece curiosa esta decisión editorial de publicar textos bajo este rótulo, cuando no responden al género: se está viendo cada vez más seguido (y aún en ediciones de un solo texto). 
La primera impresión frente a la lectura de estos textos es la sorpresa: resulta admirable la capacidad del autor para apropiarse, por ubicación temporal de las historias, temas y estilo, del cuento clásico de principios de siglo XX; un logro no menor. Escritos con total prolijidad, los cuentos se sitúan (en menor o mayor medida) en la epidemia de fiebre amarilla que sufrió Buenos Aires.

"El Intercesor": relato con escalofriantes momentos que retoma la vida en los fortines y la imaginería esotérica, logrando recrear un escenario con un clima realmente perturbador. La historia presenta ciertos lugares comunes en la literatura del género extraño clásico y algunos blancos en cuanto a la personalidad del personaje central. Sin embargo, se trata de un relato interesante y con ciertas sutilezas reflexivas.

"El atáud de ébano": se trata de un relato que protagonizan dos criollos lúmpenes típicos en plena fiebre amarilla. Lo asombroso del cuento está dado por la presencia de una casi niña que los envuelve y (spoiler)... los redime. Lo que podría haber sido un relato interesante en cuanto a la ubicación espacio-temporal cae por el peso de su moraleja. El mensaje aleccionador, cristiano y oligarco-friendly me pareció completamente desactualizado en un nivel casi ofensivo.

"La ruta de la mangosta": entretenida historia, narrada en primera persona, sobre una forma de inmortalidad que vivencia el personaje principal (fotógrafo de difuntos) junto a la misteriosa Varna. Más allá de algunos lugares comunes, la historia cumple.

Según Fernando Krapp (reseña en Página/12):

"Las tres nouvelles (o cuentos largos) que componen el nuevo libro de Diego Muzzio son un festín para el lector cultivado. Ya desde el corpus de citas que el autor elige, Herman Melville (de quien toma prestado el título), Joseph Conrad, Rudyard Kipling y Wilkie Collins. Y también las referencias que se respiran en los relatos, Daniel Defoe (en Diario del año de la peste), los cuentos fantásticos de Iván Turgueniev y Guy de Maupassant entre las referencias del género como Poe, Lovecraft (aunque este último no tanto, en verdad), y otros maestros del gótico. Todo parece indicar que la propuesta de Muzzio se ancla más bien en un homenaje a una determinada literatura (gótica, fantástica) y que la radicalidad de su gesto se esconde en la muñeca que empuña para enhebrar de un modo invisible su clasicismo."


Si bien lo de las referencias citadas es correcto, me permito disentir en el punto que afirma que estos textos son "un festín para el lector cultivado", también en cuanto a la invisibilidad del gesto clasicista. En los tres textos, los temas y las formas narrativas recrean con prolijidad la estética clásica (apenas con un poco menos de recargamiento formal). Al respecto, podemos ver que lo que podría parecer un interesante experimento literario carece en verdad de fundamento. ¿Por qué retomar fórmulas caducas si no se va a agregar nada nuevo? ¿Cuál es el sentido literario de remedar una estética clásica determinada sin realizar absolutamente ningún aporte conceptual o formal desde la experiencia que nos ha dejado nuestra contemporaneidad? Ya sea por los temas o por las formas, lo que nos cuenta Muzzio ya lo hemos leído. Lo que podría ser un diálogo con la literatura de esa época termina siendo una adscripción a un paradigma literario demasiado conocido. En este sentido, podemos decir que los textos están bien escritos y por lo menos dos de ellos no carecen de interés intrínseco. Sin embargo, como experiencia lectora no aportan más que cualquier tipo de lectura pasatista.


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